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Sobre Guillermo Fernández Rojano


 
Guillermo Fernández Rojano es Doctor en Filología por la Universidad de Jaén, por su tesis sobre la Obra Americana del poeta argentino José Viñals. Estudió Filología Semítica en la universidad de Granada y Filología Hispánica por la U.N.E.D. Cursó estudios de filología inglesa en Cambridge (Reino Unido) ciudad donde obtuvo el certificado de Profiency (C2). A partir de esa época viaja y reside en el Reino Unido y Suiza. Ejerció como profesor en la Appalachian State University, North Carolina (EEUU). Ha sido miembro de la Red de Expertos del Proyecto “Campus de Excelencia Internacional en el Patrimonio Natural y Cultural”, de la universidad Jaén.
Tiene publicados, entre otros libros, Infortunios y descalabros del poeta Gaspar y otros personajes en hora menguada o nuevas hazañas y desventuras que los siglos nefastos engendraron en los hombres amarillos y en los perros enamorados (1981), Pon pan para pájaros, (1985), Por amor de las amidas (1993), Boca de asno (1999), Sima (2004), Quinqué del agua (2007) o Hijos de la piedra (2018).
Nuestro vecino, guarda en sus vitrinas algunos de los reconocimientos más preciados de la poesía española Premio Gabriel Celaya, por La noche amarilla, (1998). Premio Internacional Germania, por Sima, (2003). Finalista del Premio Nacional de Poesía, por Tierra, (2016). Premio Internacional de Poesía Miguel Hernández, por Hijos de la piedra, (2018).
 
 
Pero en este apartado no pretende exponer el amplio currículum de Guillermo. Nos disponemos a escribir, a modo de homenaje, sobre la importancia de la cultura para nuestro presente y futuro. 
 
En nuestra era, la de la diversión, la diversidad y donde el mundo se acelera demasiado, sacar unos minutos diarios para la lectura se convierte en un imposible. Un lujo para la mera imagen de apariencia de las élites dominantes o para los pocos adeptos de verdad que aprovechan cualquier momento para esnifar un poco de ella.
La humanidad se envuelve en taquicardia y nuestros cuerpos actúan acorde a las leyes de la robotización. Todo está planeado. Hasta la hora en la que ir al baño y el tiempo concreto que debe durar una evacuación. Las monedas se devalúan constantemente. O bien no valen nada o han perdido el valor para nosotros. Consumimos. Volvemos a consumir. Y al final pagamos con nuestro tiempo. ¿qué engaño, ¿no? El tiempo es esa fortuna intangible que la civilización debe recuperar para salvarse. Hablan de guerras contra máquinas del futuro sin darse cuenta de que esas máquinas se están engrasando en cada uno de nosotros. Los ingenieros callan, ¿y qué esperábais?
Bien es cierto que la cultura en su totalidad ha servido como reflejo de lo oscuro. Se ha comportado como el hogar del diferente; del que condena lo que le rodea y se separa de lo que no le es útil para su desarrollo vital. 
En tiempos donde la brillantez se ingresa en el geriátrico, dosis altas de literatura. En tiempos de fanatismo, dosis de cultura. En tiempos recios, dosis de poesía. Apostamos por el arte como arma de cambio social y es por ello que la existencia de este certamen goza de sentido.
La figura del Guillermo escritor llega a nuestras vidas para devolvernos la cabeza extraviada y asentarla correctamente sobre los hombros; para hacernos ver más allá de lo simple y evidente. No obstante, si somos lo suficientemente pícaros, también puede llegar para que le robemos parte de su sabiduría personal y literaria. Un conglomerado cultural que nos ayudará a fundamentar nuestro propio espíritu crítico. A través del arte, de la literatura, todos y todas acabamos por encontrarlo. 
 
 
Debemos encontrarlo. 

 

 

 




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